«Los algoritmos nos secuestran en el falso confort de las burbujas informativas, nos inculcan prejuicios o fortalecen los que ya tenemos»
Martes, 25 de junio 2024. EL IDEAL
La mayor parte de los internautas de edades comprendidas entre los 14 y los 25 años se muestra convencida de que la desinformación y los bulos, conocidos como 'Fake News', están estrechamente relacionados con la política y la organización social gestada y mantenida por unos adultos con los que no se identifican. Estas piezas desinformativas son la oportunidad utilizada por ciertos líderes políticos para, apoyándose en teorías conspiratorias, atraer a estos votantes, convencidos de que de la mano de estos 'defensores de sus derechos', posición en la que ellos mismos se erigen como salvadores visionarios, conseguirán acabar con la 'corrupción' que impregna todo.
A esto podemos sumar que 8 de cada 10 adolescentes consumen contenidos de redes sociales a diario, y no es tanto este uso lo que puede perjudicar su salud, como las experiencias que viven cuando se aíslan de lo real para pasar tiempo en un entorno digital donde se hallan desprotegidos.
Los adultos no nos quedamos atrás en cuanto a ser víctimas de este tipo de influencias populistas y conspiratorias. Distintos estudios (Van Hauwaert, 2016 ó Mudde 2013) llaman la atención a cerca de la estrecha relación existente entre la tendencia a creer bulos conspiratorios y la voluntad y/o necesidad de buscar información en las plataformas sociales como WhastApp, Facebook o Twitter, ahora X. Estas personas, buscadoras de información a través de estos canales, son más proclives a dar por verdaderas noticias que no lo son.
Bien, pues si estos breves apuntes no fueran bastante para alertarnos de que en el proceso comunicativo digital del que participamos, partimos con desventaja, no son pocas las voces que se alzan advirtiendo del valor de nuestros datos y de cómo ese valor lo cedemos inconscientemente a quienes, a cambio de chuparnos la sangre mediante algoritmos, no ofrecen si no satisfacciones breves e irreales a nuestras necesidades y frustraciones generadas, básicamente, a través de dichas experiencias tan placenteras como ilusorias. Y el gran consumidor sin enterarse o sin querer hacerlo, porque es mucho más placentero encontrar informaciones o publicidades acordes a nuestros deseos o creencias o utilizar el mejor filtro para brillar en la mejor foto, que asumir la responsabilidad de entender el precio de ese mercado, falsamente entendido como gratuito, y de reconocernos como los peores subastadores de nosotros mismos.
El secretario general de Nacional Unidas, Guterres, este lunes intervino en la presentación de los Principios Mundiales de Naciones Unidas para la Integridad de la Información, un marco de acción cuya finalidad es asegurar los espacios informativos en el contexto de la desinformación en el que nos movemos. Guterres denuncia que nadie debería estar a merced de un algoritmo que no controla, que no ha sido diseñado para proteger sus intereses, aunque el usuario lo crea, y que lo qué sí hace es rastrear su comportamiento, recopilar sus datos y generarle dependencia.
Los algoritmos nos secuestran en el falso confort de las burbujas informativas, nos inculcan prejuicios o fortalecen los que ya tenemos. Al margen de la propia responsabilidad de los medios y de los gobiernos, la capacitación del público es imprescindible, pero desde una educomunicación real y efectiva.
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