«La culpa es nuestra por normalizar el deterioro del sistema que garantiza el derecho a la salud, recogido en la Constitución»
Martes, 22 de agosto 2023. EL IDEAL
El estado de permanente laxitud al que nos abocan, irremediablemente, las altas temperaturas y la lentitud del pasar del tiempo en agosto, sin duda, es una de las circunstancias que más propicia el adormecimiento de la conciencia y la normalización de situaciones que, reflexionadas, a mí se me antojan surrealistas. Por ejemplo, la concurrencia a las puertas de los ambulatorios.
Abren a las 08:00, pero a las 06.50 ya hay dos personas esperando en la puerta. A las 07:15 ya somos cinco, cuarenta minutos después, diez. Entre el personal que guarda la cola, una señora de uno setenta años con el pie vendado por ella misma porque se ha caído y se le ha inflamado, y un hombre de unos cincuenta que se ha quemado el antebrazo durante las vacaciones y necesita una cura.
Puede que usted se pregunte por qué se encuentran a esas horas allí, o que no se lo pregunte porque, al igual que algunos de mis compañeros y compañeras de cola, esté convencido de que es normal tener que ir dos horas antes de la apertura para contar con una cita médica ese mismo día, y no porque les pueda el ansia y lo quieran todo y lo quieran ya, si no porque la aplicación no funciona, el teléfono del ambulatorio nunca es atendido y si viene a partir de las 8, la cita más próxima a la que va usted a optar no será antes de dos semanas.
Apoyados en la pared del edificio, alternábamos el peso de una pierna a la otra, casi al mismo tiempo. Arropada por ese compañerismo, pregunté si les parecía normal acudir a esas horas para conseguir una cita antes de 12 ó 15 días. Menos la señora vendada, quienes respondieron lo entendían como normal. Insistí, quería saber si alguno o alguna se había planteado cómo pueden ir a esperar 120 minutos para un cita las personas que amanecen enfermas sin nadie que pueda ir por ellas, quienes trabajan y empiezan a las 08 y la gente que por su edad o por dolencias no puede permanecer en pie dos horas.
En este punto, más silencios que respuestas, y, como no, las quejas: «Es que esto va cada vez de mal en peor», «están llevando este país a la ruina, nos están obligando a que tengamos un seguro privado», - se van animando – «hombre, pues si al final es lo que habrá que hacer, ¿qué te cuesta una consulta? ¿100 euros? ¿150 euros? Pues los pagas y te lo quitas de en medio».
¿En serio? Algo me dice que si pregunto: ¿y la gente que no puede pagar por una visita qué hace?, lo que voy a escuchar me va a entristecer, y si a un «no podemos hacer nada» devuelvo un «¿sabe que la sanidad es una competencia andaluza?, solo hay que pensar a quien votamos» sé muy bien cómo me van a mirar, no sería la primera vez.
Señores, ni el personal médico ni el sanitario son culpables, trabajan bajo mínimos, la culpa es nuestra por normalizar el deterioro del sistema que garantiza el derecho a la salud, recogido en la Constitución.
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