A la feminización de tareas como la limpieza o la asistencia a domicilio hay que sumar la característica de temporalidad. De los contratos que las mujeres han firmado durante el mes de septiembre, el 88% han sido eventuales
YOLANDA CRUZ LÓPEZ
Martes, 5 octubre 2021. EL IDEAL
Esta semana hemos conocido las cifras del paro del mes de septiembre, y las hemos recibido interpretadas desde la positividad que permite toda bajada de desempleo. Pero son algo más. Por un lado, son alentadoras y animan a seguir aunando esfuerzos para recuperar la economía de nuestro país y, por tanto, la nuestra. Al menos así debería ser, aunque la mayor parte del tiempo nos parezca que ambas economías no tienen nada que ver la una con la otra. Si engrosamos las filas del Inem, no acabamos de ver el chiste a esa positividad que acompaña al bombo y al platillo con los que se anuncian los cálculos, y si no, y nuestros ingresos no menguan por compartirlos con familiares o amigos con menos fortuna, nos puede parecer que no van con nosotros. Así estamos.
Ha bajado el número de parados y paradas, de los 3.257.802 desempleados, el 59'3 % son mujeres, por tanto, el 40'7 % restante corresponde al colectivo de hombres. Entre las lecturas que se han barajado en diferentes medios y ámbitos, predomina la de que la brecha laboral entre hombres y mujeres se está reduciendo, en comparación con cifras anteriores con las que no quiero marear. Sin embargo, si prestamos más atención o realizamos una segunda lectura, nos topamos con otros datos, entre ellos el hecho de que si durante la pandemia las mujeres, mayoritariamente, pudieron mantener su empleo en sectores como la enseñanza o la sanidad como profesoras, sanitarias, limpiadoras, etc., fue debido a que dichos sectores, tradicionalmente, están feminizados. Pero como apuntan los sindicatos, la feminización de los servicios y su aportación positiva a la hora de realizar balance no implican que las condiciones laborales de las mujeres, respecto a las de los hombres, hayan cambiado desde antes de la pandemia hasta ahora.
A la feminización de tareas como la limpieza o la asistencia a domicilio hay que sumar la característica de temporalidad. De los contratos que las mujeres han firmado durante el mes de septiembre, el 88% han sido eventuales.
Y hablar de estos y estas recién contratadas, es hablar de quienes por un periodo de tiempo se han asomado o se asoman a la portería de este edificio construido por todos y donde habitamos quienes aquí seguimos. Se asoman por unos meses, unas semanas o si son ellos mismos quienes se abren la puerta como autónomos o autónomas, quizás lo hacen por un mes, o dos, o por 15 o 3 días, los justos para ver la luz por un momento, para salir de esa oscuridad del sótano donde no parecen pasar los días. La puerta que separa ese confuso lugar de la portería no es giratoria, ni de cristal. No tiene las bisagras engrasadas, ni un sonajero sobre el marco que ponga sonido de paraíso a nuestra entrada. Esa puerta, gruesa y mohosa, pesa mucho, no está equilibrada, no deja pasar la luz, aleja de la realidad y consigue que te sientas fuera de la circulación en todos los ámbitos de tu vida. Sindicatos, empresarios y Gobierno deciden cuando se abre y cuando no. Está ahí abajo, aunque desde su ático o su primera planta, usted no la vea.
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