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Foto del escritorYolanda Cruz López

Vidas de primera y de segunda

«Cinco días antes de que comenzara está fatídica expedición, una embarcación libia con más de 700 personas a bordo naufragaba cerca del sur de Grecia, pero el rescate de estas vidas no empezó hasta varias horas después»


Martes, 27 de junio 2023. EL IDEAL


Hace solo unas semanas, medio país se indignaba por los episodios racistas sufridos por el futbolista Vinícius Junior en el campo del Mestalla, en Valencia. No era la primera vez y, lamentablemente, no será la última que un futbolista es agredido verbalmente e increpado con calificativos racistas, pero sí era el estreno

mediático del vuelco del país en la defensa de los Derecho Humanos de Vinícius.


La madre del susodicho, en las redes sociales, tildando a España de país intransigente y racista. Los clubes deportivos rasgándose las vestiduras, el Madrid ondeando la bandera de la humanidad, metafóricamente hablando porque verla, lo que se dice verla, yo no la he visto. El Valencia negando el racismo de su afición. Las tertulias radiofónicas y televisivas se ocupan de analizar la idiosincrasia nacional en cuanto racismo, xenofobia y pasión por el fútbol se refiere, y en los hogares, la sobremesa sirve de eco a este o a aquel contertulio. Luego, el silencio. Los medios no hablan, nadie habla es más casi nadie lo recuerda.


El espacio mediático que deja el acoso a Vinícius lo ocupa el Titán, submarino de la empresa Ocean Gate, cuyo CEO, Stockton Rush, ya aclaró que los viajeros no eran turistas si no miembros de la tripulación porque corren con parte de los costes, además de pagar su pasaje, 230.000 euros por persona. Tripulantes o no, cinco personas han fallecido. Después de cinco días perdidos, el submarino implosionó en una fracción de 40 milisegundos. Estas líneas, lejos de criticar ni a Rush ni a quienes los siguieron, ilustran un hecho que ha mantenido en vilo a buen parte de la población del planeta. Una búsqueda que ha acaparado informativos, portadas y el prime time televisivo.


Durante cinco días toda la atención se centró en estas cinco personas. Ayudaron en la búsqueda del submarino Canadá, con un avión de patrulla y dos barcos de superficie; Estados Unidos, con tres aviones de transporte C-17; y Noruega y Francia con robots submarinos. Búsqueda millonaria que los gobiernos involucrados, es decir, los contribuyentes, pagarán con toda probabilidad.


Cinco días antes de que comenzara está fatídica expedición, una embarcación libia con más de 700 personas a bordo naufragaba cerca del sur de Grecia, pero el rescate de estas vidas no empezó hasta varias horas después de producirse el naufragio, el resultado, cerca de 80 muertos y decenas de desaparecidos. ¿Qué ocurre con la solidaridad internacional? Denuncian las organizaciones no gubernamentales, los medios más comprometidos, pero ¿por qué no se ha dado eco a este naufragio con programas en los que se pusiera en tela de juicio la actuación social, gubernamental y europea? Va a ser verdad que en este mundo vivimos personas de primera y de segunda e incluso de tercera. Esa es nuestra deshumanización, y no se eche para atrás y airee las manos diciendo que usted qué puede hacer o que no tiene la culpa. Usted y yo votamos, usted y yo decidimos a través de qué medio nos informamos, sí, usted y yo somos responsables al menos, de nuestro olvido.


Por cierto, que dice Vinícius que está de vacaciones, que lo declarar por los insultos, para más tarde.

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