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La desinformación

"El incremento de noticias falsas a las que se da pábulo ha obligado a los medios de comunicación a dar un paso más allá hacia el periodismo de la comprobación"

Datos y un teléfono móvil es todo lo que usted necesita para saber lo que ocurre en el mundo, incluso en tiempo real. Para estar en cualquier sitio, en cualquier momento, para acercarse a unos acontecimientos que pueden estar convirtiéndose en una información viral en el mismo momento en el que están teniendo lugar. Usted puede astir a este hecho, desde lejos o desde cerca, puede compartirlo y darle eco e incluso, por qué no, puede que hasta se lo esté inventando.


La explosión de las redes sociales como soporte de información de interés social ha dado paso a la profusión del ruido, a la proliferación de noticias falsas que esconden a menudo intereses políticos y económicos, aunque otras veces solo sean el resultado de la necesidad de llamar la atención en un mundo virtual donde todo está permitido, hasta que usted finja ser quien quiera.


Los profesionales de la información y la comunicación que, he de aclarar, aún existimos aunque luzcamos sobre nuestra frente la etiqueta “en peligro de extinción”- calificamos esta técnica de manufactura informativa como narrativa de la desinformación. Existe un tipo de consumidor de información a través de redes sociales que no gasta un euro en comprar un diario. En su terminal, tiene a mano la posibilidad de acceder a las portadas de la práctica totalidad de los periódicos que se publican en el mundo, a las emisiones en abierto de las grandes cadenas de televisión, a los perfiles oficiales de políticos, empresarios, filósofos, economistas, historiadores, músicos y así hasta el infinito y más allá. Este tipo de consumidor da por hecho que todas estas fuentes, incluidas páginas de diarios de dudoso origen, perfiles falsos, fuentes anónimas, etc., emiten informaciones veraces. Y, he de recordar que el periodismo es una cosa y el generar contenidos digitales y distribuirlos, con una finalidad a veces indescifrable para el lector incauto, es otra muy diferente.


El incremento de noticias falsas a las que se da pábulo desde distintos grupos de poder, movimientos sociales, lobbies, partidos políticos, etc., ha obligado a los medios de comunicación a dar un paso más allá hacia el periodismo de la comprobación. En España existen tres agencias de verificación de información miembros de la IFCN, red internacional contra bulos: Newtral, EFE Verifica y Maldita.es. Sus interfaces son sencillas e intuitivas, verifiquen, por favor.


Usted puede decirme que es el periodista quien ha de confirmar que los datos que van a serle transmitidos o contados sean reales, que usted tiene derecho a recibir una información veraz, claro, pero y si quienes están detrás de la información a la que usted atiende creyéndola veraz no son periodistas ¿qué ocurre? Me temo que en ese caso, la última responsabilidad es suya. Si comprueba la fecha de caducidad de un medicamento o de un yogur antes de consumirlo ¿por qué no hacer lo mismo con la información? Y no, no se altere, no tendrá que comprobar las noticia que usted vea o lea en el medio que elija para estar informado, siempre que ese medio lo sea en realidad. El ruido es un peligro real.

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