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  • Foto del escritorYolanda Cruz López

La infancia perdida, nuestro fracaso

¿Cómo podemos ayudar? Primero, no cerrando los ojos;
segundo, exigiendo al Estado que somos todos que cumpla las leyes

Miércoles, 29 junio 2022. EL IDEAL


El mundo ha fracasado estrepitosamente en la defensa de la infancia. Esa es la tajante evaluación que obtenemos en el informe de UNICEF, «25 años, niños y conflictos armados», publicado hace solo unos días. En los quince años que van desde 2005 a 2020, más de 104.100 niños y niñas han resultado asesinados y/o mutilados en el mundo, víctimas de conflictos bélicos. Más de 93.000 fueron reclutados y 25.700 secuestrados en África, Asia, Oriente Medio y América Latina.


El mundo ha fracasado, es decir, usted y yo. No se trata de cifras, aunque de algún modo debamos recurrir a ellas para cuantificar, mire a su alrededor, su hijo, su sobrina, su nieto o la hermana de su vecina, si se hubieran encontrado en alguno de estos lugares durante este tiempo, podrían haber sido uno de los palitos marcados en una pared que tachamos de cinco en cinco, a lo Robinson Crusoe, para concluir en estas cifras tan vergonzosas que causan tanta impotencia. Esos niños y niñas podrían hoy ser padres, o hubieran podido tener acceso a una vida adulta mejor que la de sus progenitores, quizás alguna de esas vidas podría habernos librado de un nuevo virus o firmado una creación artística para el resto de los mortales, inimaginable.


Esos número, además, son engañosos. ¿Acaso alguien puede creer que tales cantidades son reales? no, son mucho menores de las que podríamos haber leído en el informe si hubiese un modo de contabilizar estos hechos que no entrañara inseguridad ni para los niños, niñas y sus familias ni para quienes los recaban, pero la accesibilidad y la seguridad en dicho lugares del planeta es un imposible.


El informe es desgarrador, las cifras bailan su danza macabra ante nuestros espantados ojos: explotados sexualmente y/o violados, más de 14.200; entre 2016 y 2020 acontecieron más de 71 violaciones diarias. ¿Que esto le ocurre a otra infancia distinta de la nuestra, de la de casa? ¿Que estas barbaridades no ocurren aquí?, ustedes escogen si autocomplacerse con estas excusas o no. Mientras se lo piensan, yo aporto más datos. El conflicto que acapara un mayor porcentaje de estas atrocidades es el de Afganistán (30%), le siguen Israel y Palestina.


Los sexos de las víctimas marcan el tipo de abuso o de violencia que sufren: el 73% de los reclutados, secuestrados, mutilados y asesinados son chicos, mientras que las chicas ostentan el 98% de las violaciones y abusos sexuales. Pero la esperanza no deja de estar presente. En un país como Colombia, donde el 51% de las violaciones presenta como víctima a la infancia y los reclutamientos infantiles han sido la tónica de actuación para los grupos armados no estatales, durante las negociaciones de paz de 2016, gobierno y las FARC-EP alcanzaron un compromiso para separar a la infancia de la guerrilla y establecer un programa de reintegración para los menores de 18 años.


¿Cómo podemos ayudar?, primero, no cerrando los ojos; segundo, exigiendo al Estado que somos todos que cumpla las leyes internacionales y el derecho humanitario y, sobre todo, que exija al resto de Estados dicho cumplimiento.

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