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  • Foto del escritorYolanda Cruz López

Sobre el mal tiempo

No, que llueva o sintamos frío no es mal tiempo. Nos hemos quedado sin días de 'rebequilla'


Miercoles, 8 febrero 2023. EL IDEAL


El refranero español ofrece diversas sentencias de todo tipo apoyadas en la climatología. Unas nos invitan a prestar atención a nuestro alrededor, a no olvidar nuestra conexión con el planeta en el que vivimos, ya que entenderlo nos facilita la vida en él, por ejemplo: agua de mayo, pan para todo el año; cuando la perdiz canta, señal es de agua; marzo ventoso, abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso; hasta el 40 de mayo no te quites el sayo; año de nieves, año de bienes; cuando marzo mayea, mayo marcea; en abril aguas mil y septiembre, o seca las fuentes o se lleva los puentes.


También los hay que utilizan un símil para aconsejar: una golondrina no hace verano o en tiempo de higos todo son amigos. Y, como no, los que aluden al 'mal tiempo' bien como amenaza: luna que presenta halo, mañana húmedo o malo; bien como sentencia sabia: al mal tiempo buena cara. ¿Qué tienen en común?, pues que cuando sugieren el 'mal tiempo' quienes atienden se imaginan rayos, truenos y centellas.


Escucho en la radio la predicción meteorológica, el locutor intenta conectar con la audiencia del viernes a las 15:00 que escapa en sus vehículos a la búsqueda del fin de semana, y asegura: «dos días de mal tiempo, esperamos lluvias con descenso en las temperaturas», ahí está otra vez el 'mal tiempo' al que debemos recibir con la mejor de nuestras sonrisas. Se nos olvida que nos encontramos en el invierno, y en esta estación, lo normal es que desciendan las temperaturas, que llueva, que nieve y, muy a menudo, que ese agua, helada o no, venga acompañada de viento, truenos y relámpagos. Pero eso, no es mal tiempo, es lo normal, aunque sería más normal aún si las lluvias no tuvieran lugar solo puntualmente y si la diferencia de temperatura entre el día y la noche en el sur de España, no fuera de 10 o 12 grados; o si en el centro y norte de Europa las temperaturas diurnas no sobrepasaran los 10 grados. Esa sería la normalidad de un planeta en el que a lo largo de un años aún se distinguieran las cuatro estaciones, sin embargo, ya hemos perdido dos: la primavera y el otoño. Nos hemos quedado sin días de 'rebequilla' y nos lamentamos de pasar al abrigo directamente.


Si seguimos así, solo nos quedará una estación dependiendo de nuestro hemisferio. El clima mediterráneo de mi infancia cada vez es más desértico y no hablo del de Tabernas, si no de los cambios bruscos del día a la noche en invierno que, no solo prolongan nuestras bronquitis, si no que están cambiando nuestro entorno, sus olores y sus colores.


Nos quejamos si llueve, entendible. Desde que me recuerdo, en Almería llueve torrencialmente la mayoría de las veces y, desde que me acuerdo, ni en Almería, ni en Aguadulce, donde las lluvias me pillan ahora, funciona el alcantarillado ni aprovechamos ese agua que encharca las calles, provoca cortes de luz, aísla barriadas, despierta las 'chapas' y embarra el agua de las playas. No, que llueva o sintamos frío no es mal tiempo.

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