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  • Foto del escritorYolanda Cruz López

Tres árboles desde su ventana

«Se ha construido, sobre todo en zonas turísticas, sin ton ni son, o al son de vender lo que se pueda y tonto el último para ver un equipo de limpieza, agua y jabón en algunas de nuestras ramblas y parques, hay que tener suerte, pero vamos, que colaborar a mantenerlas limpias, tampoco debe costar tanto ¿no?»


Martes, 6 de febrero 2024. EL IDEAL


Demostrado queda que el contacto con la naturaleza ayuda a «recargar las pilas», a relajarse y, además, es una estupenda alternativa para practicar deporte en el exterior.


Hace unos días conocí la regla de «3, 33, 300», promovida por el silvicultor urbano holandés, Cecil Konkijnendijk, para mejorar nuestro bienestar al tiempo que se crean ciudades saludables. ¿Comprobamos? Se trata de, primero, desde una ventana de su vivienda poder ver tres árboles; segundo, que su barrio disponga de un 30% de cobertura vegetal, y tercero, vivir a 300 metros de un parque o zona ajardinada. Estudios realizados por el Instituto de Salud Global demuestran que vivir cerca de árboles y zonas verdes repercute positivamente en la salud y, consecuentemente, a bajar el consumo de medicamentos. ¿Cumple su vivienda con esa regla? La verdad es que, lamentablemente, solo una parte de quienes leen esta columna pueden decir que sí.


Yo soy afortunada porque sí, desde la ventana del estudio desde el que les estoy escribiendo veo tres árboles, y los tres los he plantado yo. Detrás del más alto de ellos lo que veo es el mar. Vale, a la izquierda de mi maravilloso encuadre se yergue una casa, pero el verde de mi terraza y el mar que compite con ella por ocupar mi horizonte, la minimizan. Los árboles y zonas verdes que hay en mi barrio no llegan al 30%, pero puede que a 20% y eso ya es un logro. Lo que me pilla algo más lejos es el parque, está a algo más de un kilómetro. Antes, aunque no a 300, pero sí a unos 500m llego paseando a una rambla, en Aguadulce, donde vivo, al igual que en casi toda la costa almeriense, las ramblas, si la lucha por asfaltar cualquier metro cuadrado susceptible de venderse construido lo ha permitido, aún son fáciles de identificar. La que yo recorro de ida y vuelta está «urbanizada», es decir, hay algún que otro banco, zonas cubiertas con en el esqueleto de lo que pudo haber sido una pérgola con buganvillas o jazmines, una fuente sin agua, una zona de juegos en la que no creo haber visto a niños salvo en un par de ocasiones y manchas en el suelo, muchas manchas, de diferentes tamaños y colores, porque lo de dejar que sea la lluvia la que limpie calles y aceras, donde las haya, parece que es la tónica general aquí, donde vivo, como lo era en Almería, cuando yo vivía allí. Que limpie la lluvia cuando llueva en Almería ¿cuándo?


Se ha construido, sobre todo en zonas turísticas, sin ton ni son, o al son de vender lo que se pueda y tonto el último. Pero arrojar papeles al suelo y no recoger los excrementos de tu perro ni limpiar sus orines, eso, perdone, pero depende de usted. Como el no arrojar colillas, ni clínex nocturnos sustitutos de un ausente preservativo, ni latas, ni botellas ni cáscaras de pipas. Es cierto que para ver un equipo de limpieza, agua y jabón en algunas de nuestras ramblas y parques, hay que tener suerte, pero vamos, que colaborar a mantenerlas limpias, tampoco debe costar tanto ¿no?

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